martes, 5 de abril de 2011

"LA MUERTE DEL MOÑITOS" KONVERGENCIAS LITERATURA ISSN 1669-9092 Año III, Nº 8 Agosto 2008

                                                                              LA MUERTE DEL MOÑITOS  
                                                                               Por Rubenski 

En la clase, todos lo odiamos. Es ideático y tiene la locura razonada más idiota de toda la escuela, podrías creer cuando lo veas que es como un muñeco de plastilina que se derrite bajo el sol. Es un imbécil. Tiene sueños perfectos y cree que puede hacer todo.

Nosotros pensamos que no podemos hacer nada, que estamos trabados, sólo reñimos a la dentadura del sol y abrimos los ojos a la realidad que nosotros creamos, tenemos cigarrillos y noche, niñas durmiendo a nuestro lado, cantando la vieja canción de los días de la buenaventura, soñando bajo la luna el pelaje dorado de las bestias, imaginando en silencio.

Se me ocurrió un día en la noche. Estaba viendo la tele y vi en canal cinco cómo un ninja descabezaba a su enemigo con un sadismo cómico, de serie televisiva, inofensiva y risible. Me reí mucho y le daba sorbos a mi bebida apuradamente. Pero sentía en mi saliva un odio, un deseo nuevo, algo que no me había ocurrido hasta ahora.

Pensé en matar al profesor. Me lo imaginaba en el patíbulo sangrando, un espectáculo de fuego y música, un sonido penetrante en los oídos y un olor a carne rancia, fétido.

No me creí capaz de hacerlo, pero al final no contuve las ganas y les conté la idea a mis amigos. Todos creyeron que hacer eso era una idiotez, pero, poco a poco, los fui convenciendo de hacer algo que no cualquier día puedes, esto les resultó fabuloso, y se pusieron como locos y empezamos a idear un plan para matarlo.

La verdad es que no pensamos mucho en cómo hacerlo, sólo sentíamos la rabia correr en las encías y actuamos con los instintos. Esta historia me da asco, por eso no me gusta hablar de esto, pero ahora sentí que necesitaba sacar la repugnancia acumulada desde ese día y solté estos párrafos a destajo y sin fijarme en la ortografía esparcí la pluma con la sangre desgastada de la víctima.

Todavía en las noches, ronda en mi cabeza, la imagen de cuando le encajamos el vidrio de una botella rota en el cuello y se desangró chillando como un animal mientras se revolcaba con los ojos asfixiados y con el alma en un circo de obscenidades; luego, cuando ya no se movía, le corté la cabeza con el vidrio y me le quedé observando largo rato hasta que pude descubrir que el moñitos ya no chingaría a nadie más en la escuela, y esto todos me lo agradecieron.

En los días posteriores la escuela estuvo en paz y no sucedía nada. La clase del imbécil fue sustituida por la de una maestra estupenda que enseñaba, definitivamente, mucho más de lo que el moñitos había podido dar a lo largo de su vida, que si fue productiva, fue sólo por esta historia que lo describe como a un bicho al que uno apachurra. Miras la suela de tu zapato para limpiarlo en el borde de las calles.

Pero luego viene lo obscuro de la historia. Lo negro. La verdad es que entre todos lo destajamos a placer, su carne la dimos a los perros de la esquina. Él despareció de inmediato y nadie lo volvió a ver: ni su esposa, ni sus hijos, ni nadie, solamente mi mejor amigo conservó dentro de un frasco con formol su corazón que era rojo amoratado, maldecido. En las noches, me contaba, lo veía encenderse dentro del envase y brillaba intenso en la obscuridad, era el lamento apagado del moñitos.

Al final, me molestaba, cuando iba a casa de mi amigo, ver el corazón ahí en la repisa, como si sintiera aún cómo se le desangraba la garganta.

Por eso le dije que se lo aventara también a los perros.                                                                                                                        


2000

viernes, 1 de abril de 2011

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”Debajo de los puentes" Por Rubenski / Konvergencias Literatura ISSN 1669-9092 Año III, Nº 8 Agosto 2008


DEBAJO DE LOS PUENTES

Rubenski 

   Un niño inhala su mona y el hedor de las alcantarillas. Hace tiempo vive debajo de los puentes picados por oxido y apolillados. En plena temporada de lluvia ve las ratas corretear entre basura y lodo. No sonríe con facilidad y hace muecas de simio cuando siente que el vómito le marea y le hunde en un desmayo, del cual despierta con salpicones de jugos gástricos, porque en su estómago no hay nada. Le ha importado un comino dejar a su madre y a sus hermanos, se decidió por rolarla en aquellos lugares a los que su familia nunca imaginó pudiera estar un niño y, más aún, sobrevivir a la inmundicia y a la soledad. Su padre murió en la cárcel cuando él nació. Nunca supo su nombre. Nadie lo recordaba.

   De vez en cuando anda por las calles, descalzo, al filo de las banquetas, y los coches zumban a sus costados, impetuosos. Él es todo vértigo con los relámpagos de la ciudad refulgiendo dentro de sus ojos: violentas aspas. No le importa comer, no le importa el presente, sólo ir a la trastienda de un local aceitoso y recoger las latas medio vacías de PVC. No tiene amigos, y las cucarachas y los gusanos que rondan cerca de él, a veces mueren en un pedazo de algodón que los apachurra, y alguna que otra vez juega con ellos, quemándolos lentamente con un cerillo.

Al amanecer relumbra el sol entre las rendijas de los tablones. Trastornado, vagabundea por las avenidas con un coágulo de metal en el pecho. Se funde en su viaje. Los parques públicos están repletos de escuincles, que felices, juegan y se esconden unos de otros. Él, a la distancia, con un cínico gesto y labios pútridos, ve los camiones de basura recorrer las vecindades y recoger toda la inmundicia que había debajo de los puentes.


www.konvergencias.net/rubenski102.pdf
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Vladimir Rubenski (México D.F., 1977) escritor mexicano. Licenciado en Lenguas y Literaturas Hispánicas, UNAM. En 2003 publicó  La obscuridad es la Reina, Ed. Letras vivas. En 2008 el libro colectivo Perduración de la palabra (Antología de jóvenes poetas), UNAM. Este cuento tuvo su primera aparición en la revista argentina Konvergencias literatura, ISSN 1669-9092 Año III,   Nº 8 Agosto 2008. Su segunda aparición la tuvo en el Periódico El Sol de México, el 11 de enero de 2011.